48 - QUE NO DESAPAREZCAN LAS ANSIAS

Desaparecieron las ansias por explorar esos verdes prados; prados que se convirtieron en oscuros túneles, con final a la vista, pero más lejano cuanto más uno se intenta acercar. Ya no hay energías ni confianza. Las malas expresiones se apoderan del todo, generando rispideces, unas veces justificadas y otras no tanto. Las frustraciones nos dejan sin aire para un ultimo envión. Nos hacen ver la realidad. Disfrutamos defenestrándonos, teniéndonos por perdedores. Es la danza de la soledad y la autoflagelación mental. Sentimos que nada bueno nos volverá a suceder. Que si “aquello” no funcionó o “ella” no nos quiso, ya nada funcionará y nadie nos querrá, jamás. Disminuyen nuestras ansias y no disfrutamos triunfos en otros ámbitos. Solo nos ocupa la mente la negatividad y la rabia por sabernos en pésima suerte.


Siempre que llovió, paró. Pero siempre que estuvo despejado, se nubló y se largó la lluvia.


A los feos se les puede decir que, conseguir un amor, no es cuestión de belleza. Es cuestión de destino, o como quiera llamársele. Es estar en el momento indicado, en el lugar indicado. Aunque es innegable que los momentos y lugares indicados de los agraciados estéticamente son más amplios que los de los no afortunados en belleza. Pero que los hay, los hay. No hay que ser muy rápido para advertir la cantidad de lindas mujeres que caminan las calles, muy acarameladas, con horribles especímenes del genero masculino; causando indignación, generando comentarios como: “Nooo puede ser ¿Dónde la rescató este h…?”. Simple. Estuvo en el momento justo en el lugar justo. Teorías hay muchas: Que la rescató de chiquita, cuando era una inocencia y ahora es un terrible perrón; que el loco tiene mucha plata; que vende falopa y ella es re adicta; que la tiene super larga, etc.