Él misterio de la casa Winpley es tan estremecedor que atrapa a todo aquel que pase ante ella. La construcción data del siglo XVIII y tiene un aspecto tenebroso, y como todo lo tenebroso, intrigante. Cuenta la leyenda, que una noche veraniega sucedió lo inesperado. Los lugareños creen ciegamente en la leyenda, que perdura a través de las generaciones.
Al arribar a la taberna del malo Jane, sentíamos el aire pesado por el aniversario del hecho. Todos sabían que éramos reporteros en busca de una buena historia y eso los ponía muy tensos. El primero en acercarse a nuestra mesa, fue un hombre muy anciano; traía en su mano derecha un vaso de cerveza y la barba prominente que le ocultaba por completo los labios, tan blanca, que la luz le propiciaba un brillo de nieve al sol. Sin mediar palabra, se sentó a nuestra mesa y comenzó a relatar una a una las costumbres del lugar. Hablaba sin parar y no admitía interrupción de ningún tipo. Cuando por fin se calló, con un lento movimiento, se levantó de su silla y dijo que en un instante regresaría. Nunca volvió.
La gente del lugar es tan poco amable, que nunca supimos nada sobre el misterio de la casa Winpley. La mañana siguiente emprendimos el retorno; no sin antes prometer que nunca regresaríamos al lugar.
