El programa estaba en el aire, las cartas estaban echadas. Nito Benavente, el gran showman; gran discípulo de Robledo, Pites y Moranti, los tres grandes de la TV polémica, estaba nervioso. Durante toda la mañana, había rechazado llamadas de sus acreedores, que se contaban con los dedos de quince manos. La transpiración bajaba acataratadamente por su frente. Las fuertes luces del estudio lo estaban mareando. Cristina, su productora y amiga de la infancia, le hizo las señas que tanto ansiaba. Franco Rabufetti “El galán del momento”, había llegado al estudio y le estaban colocando el micrófono. La carrera de Rabufetti había sido meteórica y aun no se había adaptado a las luces de la TV, por eso sería una buena presa. Era un chico de barrio que había explotado en la exitosa tira “Los Mangiafrunne”. En instantes estarían en el aire. La entrevista más polémica de la historia, estaba por comenzar.
EN EL AIRE
Luego de una presentación a toda magnitud para el mencionado galán, Nito Benavente, sentado ante su invitado, como si estuviera en un buen restaurante luego de una larga hambruna, se lanzó:
— Decime Franco… ¿Cómo stas?.
— Bien Nito, acá andamos. Por suerte, todo bien.— contestó el galán, quien se había presentado, acorde a su condición de estrella, “de gafas y pelito parado”.
— Cuchame Franco, ¿Me queres decir que la suerte marca tu vida? Me parece que estás desprestigiando a Geranio Sofocles, quien bien te ha contratado para encabezar una de sus sesenta obras por cuadra en la histórica Avenida Taragüi.
— Pero yo no dije eso.— se defendió el momentáneo divo.
— Creo que escuche bien cuando dijiste “por suerte”. A ver… pará, pará… Menzeguéz, por favor, la cinta.
— Pero Nito, solo fue un decir. Dije “por suerte” solo por un decir. Lugar común, como le dicen los bienhablados.— concilió el galancete.
— Franco queridooo.— farfulló el conductor — Bien sabés, y bien sabemos todos, que lo que aquí se plantea es un problema. Una controversia. Y agregas que fue “un decir”. Y recordemos… — dijo mirando a cámara, buscando la complicidad en sus televidentes — que la nueva obra de Juan Moró se llama “un decir”. Por lo tanto, Franco, vos estas asegurando que en la obra “Un decir” (Los viernes en el Paseo Marchanta — chiveó) hay problemas?. ¿Tenes alguna información?. Porque se te acusó de estar en pareja con un sonidista de la sala, en tus épocas de reviente.
— Nito me parece que estás diciendo cualquier cosa.— se ofuscó medidamente el invitado.
— Disculpame Franco, pero acá estamos en vivo y el vivo es muy crudo, vos sabés. Te pido disculpas públicamente.— dijo Nito, quien ya había tirado la bomba de una supuesta desviación sexual en el famoso machote. — Vamos a un corte chicos. Quedáte.— dijo a cámara.— ya hay más de este gran invitado.
EN EL CORTE
— Cuchame Franco.— se acercó Nito — La cosa es así. Acá lo que vende es el quilombo. Si haces ruido, los vecinos escuchan y si los vecinos escuchan, hablan de vos, te adoren o te critiquen, hablan de vos. A la corta se olvidan de porque empezaron a hablar de vos, pero “se acuerdan de vos”.
— Pasa que tampoco tenes que hurgar tan abajo en mi vida. Déjame pasar una. Recién llego y ya me tiras esa del sonidista. Baja un cambio y seguimos.
— Prometo.— solo atinó a decir Nito, cuando se oyó el alerta de aire.
EN EL AIRE
— Franco querido, volviendo a tu última película. ¿Cómo te sentiste trabajando con Leonor Panseta?.— arrancó simpático Nito, desviando la atención del entrevistado, no inquiriendo sobre temas privados, sino sobre lo profesional y más aun, sobre algo que estaba el actor, por frío contrato, obligado a promocionar.
— Con Leonor hubo una química muy buena… — estaba contestando Franco, cuando fue interrumpido abruptamente por el conductor.
— ¿Estás acusando a Leonor Panseta de terrorista?.— exclamó Nito.
— No entiendo.— se resignó el actor.
— Decís que con ella había “una química muy buena”. ¿Tengo que interpretar, y creo que las señoras en su casa también, que la química maorí acusada de los atentados en el obelisco estaba relacionada con Leonor Panseta?… A ver… — se detuvo en seco el conductor, tomándose la oreja, escuchando ordenes de producción y continuó, mirando hacia lo alto — Hola… hola… — dijo al cielo — ¿Leonor me escuchas?
— Sí.— se oyó como una voz del más allá retumbando en el estudio.
— ¿Qué opinas de las terribles acusaciones de tu compañero de film? ¿Vas a iniciar acciones legales?.
— Si, definitivamente.— bromeó la actriz.
Lo que sucedió a partir de este momento fue lo siguiente: En el aire retumbó la afirmativa de Leonor Panseta sobre que iba a iniciarle acciones legales a su coprotagonista masculino. La producción, inmediatamente, cortó la comunicación con Leonor y puso una grabación al aire, con la cual Nito tendría la siguiente conversación:
— Leonor, Mira que esto es grave.— dijo en tono de broma, sonriéndole cómplice al actor.
— Lo sé y así lo tomo. Ese tarado me tiene harta.— dijeron las cintas de archivo. Eran de una vieja entrevista donde la actriz hablaba sobre su turbulenta separación del boxeador Marcus Sini.
— Leonor — arremetió Franco — basta de bromas y hablemos del programa que está buenisimo.
Y el dedo del sonidista, presionando el botón indicado, lanzó la siguiente cinta, en la que Leonor Panseta, interpretando a Consuelo, una adinerada banquera, en la serie “Romances sin Fondo”, decía:
— ¡Acá las cosas están más que claras! ¡Se me implica de tal ilícito sin tener pruebas fehacientes!.— tronó en su primer parte la cinta y continuó con un lapidario.— ¡Todos sabemos que sos gay!.— afirmación esta, tomada de una vieja entrevista con el mismo Nito Benavente.
A lo que Franco Rabufetti contestó:
— Las cosas se te están yendo de las manos Leonor. Fijate lo que decís.
Y la grabación siguió reproduciéndose:
— Todos lo sabemos… y ahora atacas a Leonor… ¡Todos sabemos que sos gay! (sonó la misma cinta anterior)
— Bueno Leonor Panseta, señora, si se le puede llamar así.— dijo Franco, dejando en silencio al estudio todo y a la teleplatea más toda. Nito se relamió al ver venir una bomba de parte del entrevistado, de la presa del día, esa que llevaría el plato de comida a sus hijos y el vil metal a sus acreedores.— Bien que usted se acostó con el hijo adolescente de Calo Manchugo. Y ni hablar de cuando escondió el tractor para no pagar impuesto.
Y apareció la verdadera Leonor Panseta en línea, que había llamado indignada para que saquen esa grabación, pero que, al escuchar tales acusaciones de parte del galán, cambió el rumbo de su comentario:
— Pedazo de idiota ¿No te das cuenta que era una grabación con lo que hablabas?.— le dijo a Franco indignada.— Y aclaro que me acuesto con quien quiero y en el tema judicial que mencionas, te recuerdo que hay sentencia del Juez Maratotti Nievas Salcedo Garriguéz, en la cual fui absuelta. Pero veo que tendré que visitar tribunales otra vez y aclaro que dejo la obra.— dijo y cortó.
La producción, sedienta de sangre, previendo este posible desenlace, había enviado un móvil a Estudio Imperial, a por Geranio Sofocles, el afamado productor y dueño de la obra donde se desempeñaba la pareja en cuestión.
— A ver… chicoos, ¿Tenemos el móvil listo?.— preguntó Tito Benavente.— ¿Geranio estás?… Vaaamoos chiccooos.— clamó a la producción.
— Estoy Nito.— contestó Geranio, quien apareció en un pequeño recuadro en la parte izquierda de la pantalla.
—¿Me esperas un segundito Geranio? Tenemos que ir a la tanda, vos sabes como es este mundo del vivo, esperame.— le dijo a quien asentía con la cabeza sin pronunciar palabra y agregó a la teleplatea.— Y usted no se vaya, ya volvemos. El Grupo Meló Meló con su hit “Manisera de Cali” sonaron rumbo al corte, en un clima festivo, pese a la tensa situación que se estaba viviendo. Sucedía que la polémica comenzaba a involucrar a más personajes y esto beneficiaba a la producción.
CONTINUARÁ...