20 - LAS AVENTURAS DE MARX Y ENGELS 1

Los fenicios prometieron llevar a pasear a sus hijitos en sus canoas luego de levantar la cosecha germinada por Marx Y Engels (Das Kapital) en la Londres de antaño llena de chimeneas con vapores emanando sin parar. Tomando el trolebús con Marx Y Engels por Candem Town o por el Hyde Park se aprende mucho de su sociedad natural, de sus colmenas de títeres en etapa de entrenamiento para integrar el Teatro Negro de Praga. Se aprende también de estacionamiento de globos aerostáticos a gas natural, se aprende de garrafas en estado de descomposición, de la red cloacal de la antigua Roma, del griego de Mileto, de los espejos que se convierten en oro y de las antiguas casas de electricidad. Marx y Engels rotulaban a cada ser humano por el trabajo que llevara encima. Siempre caminaban por la ciudad anotando que persona estaba trabajando, que persona tomando una siesta y cuales jugando al bakghamon con reyes y aristócratas baratos hechos de anís 8 Hermanos y Legui. Marx y Engels zapateaban rancheras en todo cumpleañitos del barrio Hidebury. Los vieron tomando daikiris en costa galana de Mar Del Plata, muy pitucos ellos, rodeados de Nelida Lobato y Amelia Bence. Montaron un Mercedes descapotable por rutas sagradas en Tamarindo República de México. Imaginen a Marx y Engels, con lo que amaban la onda afro, cortándose el pelo en la boutique de John John Bentley Jr. En una calle perdida de Brooklin, luego de escuchar un concierto de RAP con bombos, platillos, bongóes y quenas en peligro de extinción. Jaime Torres les tocó el charango a Marx y Engels en veladas mágicas con señoritas de fácil y costoso andar. Caminando por adoquinadas calles de tenues luces, contando las hojas que arrojaban los arboles de fresias, pateando una cabeza de burro por arriba de unos cables, cortando el césped en casas de viejas paquetas de Barrio Parque, etc. El termo que le regalaron a Marx y Engels en su aniversario fue de su total desagrado, ya que tenia impresa la imagen del cantante Guillermo Guido esquiando en Aspen Colorado. “¡Inmediatamente devolveremos este presente!”, gritaron desconsolados. Se dirigieron al todo por 2 pesos de la estación de Amersfoort y pidieron el reintegro u otro articulo a elección (aclararon que si era mas caro el reemplazo, pondrían la plusvalía faltante, ya que la maquina gastaba mas en crear artículos más costosos), a lo que el vendedor aceptó sin problemas. Marx y Engels transitaron el local buscando algo de su gusto, hasta que se toparon con una sombrilla de Coca Cola que atraparon para su jardín. Al llegar a su casa notaron que dicho inmueble no se encontraba allí ya que había sido remolcado por estar mal estacionado sobre un manifiesto bache rojo por la mano izquierda.

Sus obras fueron comerciadas por todo el mundo. Incluso por lugares donde jamas fueron aplicadas y recomendadas por personas que las detestaban al mas alto grado de intentos de incendio. La grandeza de Marx y Engels fue la de ser el dúo (luego de Pimpinela) que más apariciones tubo en los programas de radio, en Arkansas, entre los años mil novecientos sesenta y siete y mil novecientos sesenta y nueve.

Felices Marx y Engels, corren por campiñas de Bogotá, ya retirados y portando carteritas de estilo hippie (de esas tejidas coloridas) llevando la libertad.